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jueves, 11 de enero de 2018

PLASENCIA: SE VENDE.

No hay duda alguna, el cartel que más se repite por las calles de Plasencia es el que puede leerse: SE VENDE. Los turistas a los que guío me dicen: parece que la ciudad está en venta. Y es verdad. Bromeo respondiendo que me siento como si fuera mitad guía de turismo y mitad agente inmobiliario.


Así es. Dado el volumen de letreros que nos encontramos en el recorrido habitual y la gran variedad de inmuebles en venta que se ofertan al viandante: locales comerciales, bares cerrados, casas viejas, pisos modernos, palacios. Si, palacios. Y son varios los que están en el mercado; vamos, que hay donde elegir.

Todo se vende y todo tiene un precio, incluidos algunos de los principales bienes monumentales y culturales de esta ciudad están en almoneda. Una ciudad que sueña con la llegada de grandes inversores extranjeros, lo mismo da, bien sean chinos o bien jeques árabes.

- ¡Bienvenido Mr. X!

Tenemos patrimonio por encima de nuestras posibilidades.

¿Quién compra...? Se vende a buen precio. El momento es muy interesante para inversores que buscan lucro.

Y mientras tanto, sucede lo que sucede: se desmantelan edificios históricos de la talla monumental de la iglesia de San Vicente Ferrer (su retablo de azulejos nunca volverá a la sacristía; tampoco la mutilada estatua orante de Martín Nieto.... , que puede verse a la entrada del Parador de Turismo), que lamentablemente ha sido abandonada a su suerte.

Hay quien dice que también se ha comenzado a desmantelar el palacio de los Zúñiga (más conocido como del marqués de Mirabel), siendo lo más llamativo el intento (detenido afortunadamente por la Junta de Extremadura) de sacar a subasta el busto en mármol de carrara de Carlos V. No podía pasar desapercibido, dada la importancia artística e histórica de esta pieza. Otros objetos no corren la misma suerte.

Como ya comenté en mi anterior escrito, el patrimono atesorado en los conventos femeninos de clausura de San Ildefonso y de Santa Ana de Cano (Capuchinas), hoy sin uso y cerrados, también atraviesa un momento de peligrosa incertidumbre que puede hacer peligrar su conservación in situ; como corresponde.

Sólo puedo decir que todo esto me preocupa muy seriamente y no hago más que preguntarme: ¿Qué está pasando en Plasencia? ¿Será que la Ciudad está en venta?