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jueves, 10 de diciembre de 2015

EL PRECIO DEL SUELO FÉRTIL.

El precio del suelo fértil dependerá, lógicamente, de su ubicación geográfica entre otras diversas circunstancias. No ocurre así con el valor del suelo fértil, que en todo tiempo y lugar será alto. Como ocurre con el agua, el suelo fértil es un bien escaso y muy necesario para el desarrollo de la vida. Sin suelo fértil no es posible la agricultura ni la producción de alimentos. 

Las primeras grandes civilizaciones de la Historia humana tuvieron lugar sobre la existencia y presencia de grandes extensiones de suelo fértil: Mesopotamia, Egipto... Para la fundación de ciudades  siempre se ha buscado la proximidad o disponibilidad de suelo fértil, como modo de asegurar el suministro de alimentos naturales y frescos, siendo principalmente preferidos los valles fluviales anchos, donde cultivar las amplias y fértiles vegas. La ciudad de Plasencia es ejemplo de este tipo de emplazamiento.

Todos estos condicionantes naturales, que en el pasado tuvieron tanta relevancia, son actualmente ignorados por las civilizaciones más avanzadas, creando realidades contra-natura que obvian las leyes de la Naturaleza: ciudades en el desierto, agricultura sin suelo, conurbaciones sin disponibilidad de agua potable suficiente, ...


En Plasencia encontramos la paradoja siguiente: el suelo fértil tiene cada vez menos valor y, por el contrario, cada vez un más elevado precio. La pérdida de valor se demuestra en el progresivo y creciente abandono de las huertas de la rica vega del Jerte, en su mayor parte sin cultivar y cada vez con mayor número de viviendas y otros usos impropios.

En cuanto al precio, no tengo más que hacer referencia al viejo litigio de las denominadas "huertas de La Isla" (por estar ubicadas junto a este parque urbano), cuya sentencia final concede un precio excesivamente alto a un suelo que lleva años en el más triste abandono.


Las referidas huertas son un suelo fértil de alta calidad, expropiado por el Ayuntamiento de Plasencia no para cultivar hortalizas como sería lo más propio del terreno, sino para "otros usos", bastante impropios algunos, que han ido cambiando en el tiempo y en los planes de ordenación urbana, tales como: una plaza de abastos, un colegio de enseñanza primaria, instalaciones y pistas deportivas, un parking de varias plantas... para finalmente convertirse en una capa de asfalto para llenarla de coches ordenadamente aparcados. 

Triste final para una buena parte del suelo más fértil de la ciudad.