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domingo, 15 de octubre de 2017

PASEANDO POR PLASENCIA

Pocos placeres son igualables al de pasear por el casco histórico de Plasencia acompañada de amigos forasteros. Hace pocos días tuve ocasión de hacerlo con cuatro amigos que vinieron desde Cáceres a pasar la tarde. El objetivo principal de la visita era fotografiar algunos edificios proyectados y construidos por Vicente Paredes, entre ellos la casa del número 28 (actual número 30) de la calle del Sol.

Iniciamos el recorrido urbano en el aparcamiento del puente de Trujillo, subiendo por la calle de igual nomenclatura. Nos detuvimos ante la "Casa de Mármol" y su monumental fachada. Admiramos su bella escalera de mármol blanco. Les guié hasta el punto exacto que permite observar los bustos de terracota, representando a personajes de la antigüedad, con que remata su cornisa superior. Y así, a paso lento, llegamos a la Plaza, que bullía de gente celebrando el "buen tiempo".

Por la calle del Sol, tras haber fotografiado la hermosa casa de la familia Paredes, entramos en la tienda Comercial Castela para mostrarles el Pozo de Nieve, abusando de la paciencia de las amables dependientas. Todo un hallazgo para mis "curiosos" paseantes. Uno de los muchos secretos que guarda Plasencia intramuros.

No menos interesante fue la visita a la librería El Quijote, atraídos por los montoncitos de libros de
"Plasencia. Tradiciones y Lugares", publicado por José A. Sánchez de la Calle. Álvaro, librero singular donde los haya (y personaje literario confeso), hizo los honores a los forasteros como en los mejores tiempos, y allí se habló de libros de Historia (de esta ciudad que tiene tanta y tantos buenos investigadores) y de Literatura, con los muchos literatos que ha dado Plasencia. Una amiga, buena amante de los libros y que ha hecho de ellos su profesión, nos habló de Gonzalo Hidalgo Bayal, uno de sus autores favoritos; mi apreciado profesor de Latín en el Gabriel y Galán.  Uno de los que mejor ha retratado esta ciudad provinciana y, en el mejor sentido de la palabra, decadente.

Una agradable tarde que acabó con unas coca-colas en la más bella terraza de la ciudad, la del Blues Mary, en el marco incomparable de la plaza de la Catedral.