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martes, 26 de diciembre de 2017

ALGUNAS RESPUESTAS


En cuanto a la última entrada publicada, tengo novedades para compartir.

Hace pocos fines de semana tuve ocasión de hablar con una persona que conoce bastante bien el convento de Las Capuchinas y a sus últimas ocupantes. Como podéis imaginar, aproveché la ocasión para preguntar por la verdadera situación del convento y sobre la decisión definitiva de la comunidad religiosa respecto al edificio.

Bien, el asunto es cómo sigue a continuación:

Las últimas tres hermanas marcharon a Zaragoza y no parece posible que vuelvan, dada su avanzada edad. Sus condiciones de vida en este convento eran bastante duras, como casi todos sabíamos; inapropiadas para la edad de las hermanas. Como inapropiada era la pesada carga de mantener abierto y en uso un edificio de semejantes características y dimensiones. 

Sabíais que ellas vivían de la caridad? El convento no tenía ingresos de ningún tipo y comían de las donaciones de amigos y vecinos. Me cuentan que, cuando tocaban la campana, fuera de las horas de costumbre, era para indicar que no tenían comida. Los que ya entendían esta forma de comunicación, tan medieval pero tan dramática, acudían con ayuda en forma de alimentos. 

La pobreza extrema, en numerosas ocasiones, está más cerca de nosotros de lo que imaginamos.


El edificio es propiedad de la Orden de Clarisas Capuchinas y, de momento, no hay ninguna decisión firme y definitiva sobre su futuro. El edificio está tal cual, con todas sus pertenencias,  mobiliario y obras de arte en su lugar correspondiente. 
Esperemos que vuelva a estar habitado. 

viernes, 10 de noviembre de 2017

CONVENTOS VACÍOS

Como un lento e imparable goteo asistimos al cierre y abandono progresivo de grandes edificios del casco histórico de Plasencia. Grandes contenedores que en su mayor parte están relacionados con usos religiosos que agonizan: comunidades religiosas de clausura, seminario... Hoy quiero ocuparme especialmente de los conventos femeninos de clausura. De cuatro que había dentro de murallas, en pocos años, han cerrado tres. Conserva su actividad solamente el monasterio de las RR. MM. Dominicas, junto a la Catedral.

Este cierre progresivo, que no deja de ser un manifiesto rasgo de modernización de la vida de las mujeres del siglo XXI, constituye sin embargo un serio problema para superveniencia de la arquitectura histórica que acogió estos usos, así como para el urbanismo y la caracterización del paisaje urbano de la ciudad intramuros. La Plasencia histórica no sería la misma si desaparecieran estas herméticas moles de piedra, por el fuerte impacto que su presencia plasma en el paisaje.

Con el progresivo cierre de conventos y monasterios asistimos la desaparición inexorable de un modo de vida, que probablemente es inevitable. Pero lo que verdaderamente me preocupa, y muchísimo, es la absoluta inexistencia de alternativas de uso de estos enormes y singulares edificios históricos. Cómo se piensa garantizar su mantenimiento y conservación. Es un asunto del que no se  habla en ningún foro ciudadano. Quizá haya otros problemas que preocupen más al común de los vecinos. 


Pero no es este el único interrogante que planea sobre estos edificios. También me pregunto si estará convenientemente catalogado el desconocido conjunto de bienes artísticos y patrimoniales que pudieran atesorar en sus interiores, cerrados a cal y canto, dada su naturaleza y uso. Quedan estos bienes ligados al edificio o son propiedad de la comunidad religiosa que lo habitó? Si los bienes artísticos forman parte del edificio, deben integrarse en el Patrimonio de Plasencia. Pero si fuese al contrario, entiendo que al extinguirse la comunidad en Plasencia o trasladarse a otro lugar, se llevarían consigo sus obras de arte y/o de devoción. 

Y continúo preguntándome: a quién pertenece la propiedad del edificio? (si es que está escriturado) y, por tanto, a quién corresponde la responsabilidad de garantizar su conservación? Salvo en el caso del ex convento de las madres Carmelitas, desconocemos la titularidad de los de San Ildefonso y de Santa Ana de Cano o Capuchinas.

Habrá que responder en primer lugar a estos interrogantes para poder dar los pasos siguientes y comenzar a pensar en posibles usos alternativos que puedan ser acogidos por tan complejos edificios, asegurando su conservación para las generaciones futuras. 


miércoles, 1 de noviembre de 2017

EL JARDÍN DEL RECUERDO Y DEL OLVIDO

Ayer, vísperas del Día de Todos los Santos, visité el cementerio de Santa Teresa en Plasencia. Además del jardín mejor cuidado de la ciudad, es un lugar silencioso y sosegado donde me gusta pasear (a veces en bici) y hacer un repaso a la memoria de no pocos personajes ilustres de esta ciudad. 

Pero, dadas las fechas, ayer parecía un lugar totalmente diferente al de costumbre. Sus patios y galerías estaban llenos de personas que transitaban portando grandes ramos de flores o que se afanaban en tareas de limpieza y ornamentación floral. El conjunto lucía como un multicolor jardín vertical, homenaje efímero para aquellos que ya no están entre nosotros.

Entre tanto bullicio y colorido floral, destacaba ayer con mayor fuerza el clamoroso silencio de las tumbas del olvido. Son casi mayoría en la parte vieja; la que más me gusta. Esta parte es la que acoge, de forma mayoritaria, a los más ilustres personajes de la Historia Contemporánea de Plasencia; mis favoritos. Son las tumbas que muestran el Arte Funerario de otros tiempos, las lápidas sucias y llenas de telarañas porque ya nadie las cuida ni las limpia. Lápidas de cristales rotos y sucios hasta hacer ilegibles los epitafios que ocultan. Lápidas tristes y sin flores.

En ellas me detuve especialmente en mi recorrido de ayer. Tantos y tantos personajes que en su día fueron importantes (algunos con calle dedicada), que hoy son ignorados por el común de los vecinos y cuyas honras funerarias son las rosas ajadas del Jardín del Olvido. La otra cara del cementerio, la del silencio y la suciedad, la de los muertos que ya no importan o no parecen importar a nadie. 





D. José García Mora, el famoso Cura Mora, que el solito montó un cisma en un pueblo de La Vera.








D. Juan Martínez Lorenzo, profesor de Bachillerato. Dirigió el Centro de Enseñanza Secundaria de San Francisco. Director de periódicos. Publicista.





D. Joaquín Rosado Munilla, farmacéutico con establecimiento en la Plaza Mayor de Plasencia, fundador de periódicos, publicista. Hombre de gran cultura.








Sirvan mis palabras y las imágenes que las acompañan de recuerdo y homenaje a estos placentinos ilustres que reposan en el Jardín del Olvido.

domingo, 15 de octubre de 2017

PASEANDO POR PLASENCIA

Pocos placeres son igualables al de pasear por el casco histórico de Plasencia acompañada de amigos forasteros. Hace pocos días tuve ocasión de hacerlo con cuatro amigos que vinieron desde Cáceres a pasar la tarde. El objetivo principal de la visita era fotografiar algunos edificios proyectados y construidos por Vicente Paredes, entre ellos la casa del número 28 (actual número 30) de la calle del Sol.

Iniciamos el recorrido urbano en el aparcamiento del puente de Trujillo, subiendo por la calle de igual nomenclatura. Nos detuvimos ante la "Casa de Mármol" y su monumental fachada. Admiramos su bella escalera de mármol blanco. Les guié hasta el punto exacto que permite observar los bustos de terracota, representando a personajes de la antigüedad, con que remata su cornisa superior. Y así, a paso lento, llegamos a la Plaza, que bullía de gente celebrando el "buen tiempo".

Por la calle del Sol, tras haber fotografiado la hermosa casa de la familia Paredes, entramos en la tienda Comercial Castela para mostrarles el Pozo de Nieve, abusando de la paciencia de las amables dependientas. Todo un hallazgo para mis "curiosos" paseantes. Uno de los muchos secretos que guarda Plasencia intramuros.

No menos interesante fue la visita a la librería El Quijote, atraídos por los montoncitos de libros de
"Plasencia. Tradiciones y Lugares", publicado por José A. Sánchez de la Calle. Álvaro, librero singular donde los haya (y personaje literario confeso), hizo los honores a los forasteros como en los mejores tiempos, y allí se habló de libros de Historia (de esta ciudad que tiene tanta y tantos buenos investigadores) y de Literatura, con los muchos literatos que ha dado Plasencia. Una amiga, buena amante de los libros y que ha hecho de ellos su profesión, nos habló de Gonzalo Hidalgo Bayal, uno de sus autores favoritos; mi apreciado profesor de Latín en el Gabriel y Galán.  Uno de los que mejor ha retratado esta ciudad provinciana y, en el mejor sentido de la palabra, decadente.

Una agradable tarde que acabó con unas coca-colas en la más bella terraza de la ciudad, la del Blues Mary, en el marco incomparable de la plaza de la Catedral.


lunes, 19 de septiembre de 2016

PLASENCIA, UNA CIUDAD POCO CONOCIDA

Ahora, por motivos laborales, vivo más que nunca al cabo de la calle. Esta presencia cotidiana, pateando las calles y plazas más monumentales para guiar a turistas y visitantes, me proporciona nuevas perspectivas de observación de la ciudad: la que me ofrecen los forasteros con sus opiniones y la que me proporcionan los pormenores del desarrollo de mi trabajo.

Compruebo cómo los visitantes llegan a Plasencia con una escasísima (o nula) información previa de cómo es la ciudad y de su interés como foco turístico-cultural. Vengo constatando que, en un elevado número, son viajeros que van de paso y deciden parar por la necesidad de hacer un descanso (comer o dormir) o por mera curiosidad, para indagar qué es lo que puede ofrecer esta ciudad al visitante.

Que esto continúe ocurriendo, tras años y años haciendo promoción en ferias de turismo, es algo incomprensible. Sin duda, algo estamos haciendo mal; pero que muy mal. No es admisible que se desconozca que Plasencia tiene la más importante catedral de toda Extremadura; que es uno de los principales conjuntos monumentales de la región o que constituye uno de sus principales destinos turísticos. No es admisible, pero casi a diario compruebo que esto sigue ocurriendo.

El visitante, cuando llega a Plasencia, se enfrenta al descubrimiento de una ciudad desconocida. Una ciudad que, por suerte, les va a sorprender muy gratamente. No obstante, hay que valorar que el visitante parte de una expectativa igual a cero; no espera nada especial. En consecuencia, todo lo que contempla y visita le provoca una muy buena experiencia; lo recomendará a sus amigos y, muy probablemente, volverá a visitarnos.

Los visitantes que descubren Plasencia, valoran su rico patrimonio histórico-artístico y el interés de las visitas guiadas, elogian la limpieza de sus calles y plazas, destacan la animación de la Plaza Mayor y su ambiente acogedor, les agradan los comercios tradicionales, y muestran su preocupación ante los edificios sin uso (tantos conventos cerrados) o en venta (varios palacios y casas señoriales). 

La impresión general es muy positiva pero, por qué no somos capaces de transmitir todos estos valores y atractivos, con carácter previo, para atraer más visitantes que los puramente accidentales.



martes, 22 de marzo de 2016

VICENTE PAREDES GUILLÉN, ECOLOGISTA.

Durante mis paseos de estos últimos días he podido ver, con gran inquietud y disgusto, la drástica deforestación que se está llevando a cabo sobre el bosque de ribera que acompaña al Jerte, aportando amenidad y verdor al paraje que, ahora se muestra desolado. El paseo fluvial de Plasencia, antes jalonado de grandes alisos, fresnos, chopos y demás especies de ribera, ahora se muestra salpicado de los anaranjados tocones -como heridas abiertas- de los árboles talados. Gran parte de la rica avifauna de la zona ha sido desahuciada sin contemplaciones, causando un grave daño que habrá que evaluar durante la inminente época de anidación y cría. 

Mientras contemplaba todo el desastre, pensaba en qué hubiera dicho al respecto D. Vicente Paredes Guillén: arquitecto municipal entre los años 70 y 90 del siglo XIX; primer arquitecto de Plasencia y hombre de gran cultura y amplios conocimientos en diversas materias.

Vicente Paredes fue siempre un defensor de la presencia de árboles en las ciudades y en sus alrededores, destacando los sus beneficiosos efectos sobre las condiciones ambientales e higiénicas de los espacios donde se desarrolla la vida del ser humano y del resto de seres vivos:

"... influyen mucho en el saneamiento de la comarca y la población, modificando favorablemente el clima y destruyendo las causas de muchas enfermedades, y por lo tanto es conveniente y necesario, si se quiere vivir más años y estar más sanos, completar la repoblación". (1894)

Los expertos de entonces estimaban que, para poder disfrutar de un ambiente urbano saludable, eran necesarios 150 árboles por habitante. D. Vicente Paredes pensaba que esta cifra era insuficiente, a la luz de los resultados que le daban sus cálculos, cifrando su estimación en 176 árboles por habitante. Siguiendo estos cálculos, en la actualidad la ciudad de Plasencia, con unos 40.000 habitantes (por tomar una cantidad redonda), necesitaría disponer de un total de poco más de siete millones de árboles (7,040.000).

Si tomamos los datos recogidos por D. Vicente Paredes en 1894 y los comparamos con la actualidad, tenemos que concluir que ha habido una clara disminución de la presencia de árboles en plazas y plazuelas de la Plasencia histórica:

En 1894 en la Plaza Mayor había 40 árboles.
En la plaza de la Catedral había 6 árboles.
En la plazuela de Vargas (hoy de Ansano) había 2 árboles.
En la plazuela de San Nicolás había 11 árboles. Y continúa el listado.

A esta desaparición progresiva del arbolado urbano, tenemos que añadir la desaparición de patios, huertos y jardines intramuros, donde había muchos árboles de todo tipo y tamaño, tanto ornamentales como frutales, autóctonos o exóticos. Muchos de estos espacios han sido sustituidos por viviendas, con el consiguiente empobrecimiento de la calidad ambiental de la ciudad histórica.

Finalizamos con una frase de Don Vicente Paredes, que bien podría aplicarse al presente, por lo poco que cambian las cosas pese al tiempo transcurrido: 

"Del arbolado municipal, esto es, del que tiene a su cuidado y fomento el Ayuntamiento, que tal vez pretendiera alguno considerarlos como parques y jardines indebidamente, no puede hablarse sin lamentar su escasez y tal vez pudiera decir, con alguna razón, su abandono, al ser poco el cuidado de que son objeto y los muchos enemigos que para su destrucción conspiran".


viernes, 11 de marzo de 2016

REFLEXIONES SOBRE EL 8 DE MARZO

El pasado día 7 tuve el honor de participar en la mesa de experiencias de mujeres pioneras, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Estuve acompañada de mujeres valientes y rompedoras que me llenaron de admiración. Dos de ellas eran deportistas, dedicándose una (Alicia Trujillo) a la bicicleta de montaña a nivel de competición de alta exigencia, y la otra (Ana Clérico) es campeona de España de Billar. Ambos deportes minoritarios, con pocos recursos económicos y escasa repercusión mediática. Dos mujeres jóvenes y llenas de fuerza y de entusiasmo, que nos transmitieron la presencia escasa y silenciosa de la mujer en el deporte.



No menos valor tiene la experiencia de la tercera mujer, Sofía Martín, conductora de camión y gruista, que trabaja en una conocida empresa de Plasencia. Anteriormente formó parte de las Fuerzas Armadas, donde conducía un camión y en la actualidad está preparándose para obtener el carné de conducir camiones de gran tonelaje. Una mujer que no teme a las grandes máquinas, que trabaja en un mundo dominado por los hombres y donde la presencia de mujeres es meramente anecdótica; sólo destacada en un día como el 8 de marzo y hundida en el silencio durante el resto del año.

Pero estas valientes mujeres hacen que estos SILENCIOS se vuelvan imparables clamores ante la sociedad y ante la Historia. Estas valientes mujeres dejan en evidencia todo discurso machista, desenmascaran toda argumentación paternalista, apoyada en un falso proteccionismo, cuya única pretensión es domesticar a la mujer, reducirla a su condición de madre protectora y sacrificada, poner sordina a todas las mujeres que rompen moldes siguiendo, sin trabas, sus impulsos e intereses.

Yo, ante estos magníficos ejemplos de mujeres valientes, me quito el sombrero.